sábado, 29 de octubre de 2011

Khlyst - Chaos Is My Name

Khlyst - Chaos Is My Name
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Cuando mis amigos y yo teníamos entre once y doce años, nos encontrábamos paseando sin rumbo durante una tarde gris y melancólica de otoño.
No me acuerdo de cuántos éramos, pero mi amigo se percató de un cachorro de gatos escondido. Se había acurrucado tras las rejas de una floristería, le faltaba un ojo y estaba muy asustado.
Alguien alargó el brazo y acercó al cachorro suavemente, aguantándolo con una sola mano.
Nos lo llevamos con nosotros bajo la chaqueta, como un pequeño tesoro calentito. Oscurecía, el fin de semana estaba terminando. Las clases se habían reanudado después de las vacaciones de verano y los domingos volvían a ser deprimentes y melancólicos. Nos paramos sobre el puente que pasa sobre la vía de tren y cuando vimos la máquina llegar a lo lejos, alguien se preguntó en voz alta si era verdad que los gatos caían siempre de pié, tras lo cual lanzó a nuestro cachorro por el puente, justo cuando pasaba el tren aullando.
Después alguien contó lo que hicimos ese domingo. No yo, ni nadie cercano a mí, pero es que éramos un grupo grande aquella tarde y yo no conocía a todos. Hablaban mal de nosotros en clase, las chicas nos miraban con asco y había gente que quería vengarse.
A mi me amenazaron una vez, saliendo del colegio. Un par de empujones e insultos, nada más. Pero a mi amigo le pegaron una paliza el siguiente domingo. En represalia por lo del gatito, decían. Empezaron con insultos, después una de las chicas le tiró del pelo, alguien le pegó una patada con las botas de punta de hierro, que estaban de moda en aquella época, y le tiraron al suelo.
Llegó a casa con contusiones, moratones en los costados y la cara, sangre en el labio y una ceja. Le siguió doliendo un costado durante varias semanas.

viernes, 28 de octubre de 2011

venetian snares - sabbath dubs

En verano tengo menos timpo de escribir, pero además nada de lo que he escrito me ha gustado lo suficiente como para terminarlo. He comenzado un par de experimentos que tal vez termine algún día y he trabajado un poco en la historia de Protagonista. Tanto tiempo sin poner nada en el blog me ha hecho pensar en algo más ágil para ir publicando cosas más a menudo, con menos pretensiones pero más productividad. Entre esta preocupación, un sueño perturbador y una noche sin sueño, se me ha ocurrido comenzar una autobiografía falsa, basada en las canciones de mi ipod. Iré colgando fragmentos de estos recuerdos falsos, junto al disco o canción que los inspira, hasta formar una autobiografía musical. El primer recuerdo es un recuerdo de adolescencia basado en las remezclas que Venetian Snares ha hecho de Black Sabbath:

http://www.mediafire.com/?8xgjrp453b4sh68#1

Hacia la mitad de mi adolescencia se me metió una obsesión entre las piernas. Lo único que quería era follar, con alguien o con algo.
-Un cuervo negro, me dijo un amigo que entendía de brujería, tienes que atrapar un cuervo negro, desplumarlo, trocearlo y cocinar la carne a fuego lento.
Lo ponía todo en un libro muy creíble que me dejó con la condición de que no se lo enseñara a nadie ni lo llevara nunca al instituto. Ponía cómo había que trocear al cuervo y cómo colar la grasa que quedaba al enfriar la sopa resultante y untarla sobre todo el propio cuerpo.
Por si fuera poco eso había que hacerlo desnudo en el bosque, durante la puesta de sol pero antes de la noche, eso era muy importante. Era imprescindible terminar antes de la oscuridad, esperar desnudo y untado en entre los árboles y de noche volver a la ciudad. Esto me convertiría en irresistible.
La verdad es que no se me ocurría dónde encontrar un cuervo. El único lugar donde me imaginaba que los habría era el zoológico, pero allí no podría atrapar ninguno. Además, aunque pudiera no me hubiera atrevido. Me daba pena el animal.
Una cosa es comprar un pájaro troceado y empaquetado sobre una bandejita de poliespán, pero hacer esa carnicería yo mismo, y con un pájaro que había nacido libre… no me veía capaz.
Después de todo hay maneras más naturales de conseguir sexo, me decía. Me limité a confiar en que algo de suerte tendría en conocer a alguien del sexo contrario con quien practicar mis necesidades. Nunca me iba a saciar como prometía hacerlo la brujería, presentí, pero tendría mis momentos de satisfacción.