lunes, 24 de septiembre de 2012

Blood and Time - At the foot of the Garden

Las pasadas vacaciones de semana santa presté de un amigo un barco de madera que tiene en posesión, al que ha bautizado con el nombre de Satán. Tiene el nombre del barco escrito sobre la quilla con letras azul cobalto, cada una repasada con finas líneas negras; la primera S en mayúscula y de mayor tamaño. Un nombre especial, escrito de manera excepcionalmente formal: Satán. Un barco que parece de juguete, con las cuerdas de su vela tensadas por poleas de metal, descansado sobre el agua con mi persona en su vientre – yo, probando de ver cómo funcionaría el mundo sin mi influencia y el barco haciendo lo suyo, flotar. El barco meciéndose sin control y yo jugando al escondite con mis responsabilidades, experimentando con los extremos de la pereza. Yo me entretengo improvisando ejercicios de esgrima y danza sobre la cubierta, el viento frío erizando los pelos de mi pecho desnudo. A ratos descanso tumbado sobre la popa mirando el cielo, con una brizna de hierba en el labio, como si fuera un Oliver Twist o un Tom Sawyer. Alguno de esos personajes de ficción incomprensibles Esos niños salvajes que preferiría ver encerrados en una jaula para observarlos mejor y tirarles un tren de lata para se entretengan, o un palo de regaliz. Mi pequeño barco flota muy lento entre un cielo y mar sombríos y algo histéricos. El barco flota sobre un río erizado, bajo nubarrones de color gris metálico que se arrastran en el cielo al compás de su reflejo submarino. De noche, trompetas que suenan desde el más allá, distorsionadas por el aullar del viento de la eternidad. Tormentas eléctricas estallando sobre el poste de la vela plegada. Los sueños en el barco son sueños de otro barco, más luminoso, flotando en un río todavía más oscuro. Sobre un río negro que baja por la noche, un barco brillante como un faro. Y de día, la misma popa de madera aburrida. La bandera deprimida y arrugada se anuda alrededor del mástil en grumos de tela mojada. Bandera sin uso ni significado. Panteras lentas descansando en la orilla, lejos de mí, escondidas entre la brisa que sacude la vegetación de seda y mece copas de árboles cargadas de verde. Depredadores que se esconden, entretanto guardan su energía. Pensaba que saliendo a navegar un par de días me podía ocurrir algo especial, pero no ha pasado nada. No se resuelve nada saliendo de vacaciones, es un mito más. Las vacaciones, otra mentira más, como Tom Sawyer o Oliver Twist. Todas estas historias son mentira, no llego a creerme ninguna. Pero son bonitas. Bonitas como gatos plateados en la noche. Bonitas como palomas, como el sueño de palomas limpias que tiene un niño. Un niño limpio que vive en una casa donde lo quieren, que puede dormir junto una ventana por la que se ven las estrellas.

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