martes, 30 de octubre de 2012

Girls Against Boys - House of GVSB

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Las primeras veces que probé la cocaína no estaba seguro de qué efecto me producía pero sabía que me gustaba. Sólo pensando en aquel polvo blanco con pequeños destellos dulces ya me sentía bien.
Era una época de chaquetas de cuero y muchas horas pasadas en un local que alquilábamos con varios colegas. Pagábamos muy poco cada uno y sabíamos que siempre teníamos donde ir para encontrarnos con alguien o colocarnos. La única regla era no traer novias al lugar. Creíamos que aquello podía romper la dinámica de “colegueo”. El ambiente se volvería demasiado serio.
El local era un lugar para relajarse y olvidarlo todo, y en aquellos tiempos las relaciones sexuales nos parecían algo demasiado complicado. Algo que tendía hacia la seriedad de una manera que no nos gustaba nada.
Pero se ve que una tarde el Llantas se encontró en el local al Jordi follando con su novia y se lió gorda.
Cuando yo me llegué a enterar ya era casi de madrugada y el Jordi estaba aún en el hospital. Me fui directamente para allí con la moto y me encontré a la novia del Jordi en la sala de espera, con los ojos hinchados. Se puso como una furia cuando me vio y gritó que éramos una panda de jilipollas, unos payasos y unos mierdas. Todos.
El Jordi estaba durmiendo y el Llantas no se sabía donde estaba.
Salí de allí y me deslicé por las calles vacías de la ciudad como si, a cámara lenta, estuviera haciendo surf sobre los primeros rayos del amanecer. Se empezaban a abrir los primeros bares y me crucé con algunas putas arrastrando los pies hacia casa.
Me pasé por todos los garitos donde podría aparecer el Llantas y no me lo encontré. Se me pasaba intermitentemente la duda por la cabeza de si valía la pena molestar sus padres en aquellas horas, pero siempre me convencía de que el Llantas no podía estar en casa.
Al final no lo encontré, ni aquella mañana ni después. Fueron los forenses los que recogieron sus restos después de que se tirara ante el tren de cercanías, cuatro días más tarde.
Después de que le pegara la paliza al Jordi ninguno de nosotros lo volvió a ver. Lo único que nos dejó fue una carta que mandó al local antes de suicidarse. Era un poema que hablaba de un amor imposible. De un amor secreto, que nadie entendería.
-¿Qué sabéis vosotros del amor?- me acuerdo que decía.
-Del amor como un rodillazo en los huevos cada vez que aparece.
El Llantas estaba muy loco.

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