martes, 30 de octubre de 2012

Irma Luján

Después de la entrada anterior, he querido probar de escribir algo a partir de una música tranquila, para ver el contraste. Me ha salido el esquema de un texto que me ha gustado, pero que tiene sentido como parte de un texto más largo. He pensado en escribir este texto como parte de un relato corto, que no será del todo narrativo sino la unión de varios textos relacionados entre sí. Será un relato corto a cuatro partes, la primera será el texto que he empezado a partir de la música tranquila. Se trata de la relación entre dos personajes, un adolescente y su vecina, que es vidente y amiga de su madre. La segunda parte es la biografía de la vecina, la tercera es la historia del pueblo en el que viven y la cuarta es la biografía de los padres del adolescente.
Lo que cuelgo ahora es la biografía de la vecina vidente, que se llama Irma Luján porque su historia está basada en la música de Irmologion, un proyecto de música electrónica ruso. La palabra Irmologion es un concepto de la música sacra cristiana ortodoxa. No me he informado demasiado, pero parece ser que el disco que cuelgo (es la primera vez que cuelgo un disco, no una mezcla que haya hecho yo) está hecho por un músico que era alguien conocido en la escena de música alternativa en Rusia en los ochenta y a principios de los noventa decidió internarse en un monasterio ortodoxo. Después de más de diez años, reapareció y grabó un disco de música electrónica basada en lo que aprendió en el monasterio. No me he basado en esta historia a la hora de escribir pero tiene gracia saberlo. Lo que he hecho es escribir automáticamente a partir de la música y después he hecho una tirada de cartas del tarot al personaje de la vidente. A partir de las cartas, he podido formarme una idea de la personalidad que el personaje tiene, después he ido sacando frases de lo que había escrito automáticamente y con ellas he construido una historia vital que haya llevado al personaje a tener la personalidad que tiene en el momento en el que se escribe la historia, que es cuando le he tirado las cartas del tarot.

El disco de Irmologion está comprimido:


http://www.mediafire.com/?2mvm04o1h9gl5dr



Irma Luján

Irma nació en el barrio de la fe, en aquellos tiempos en los que los niños aún se llamaban a gritos desde la calle y no todos tenían televisión. Hija única, solía sentarse en su habitación, o en el comedor si quedaba desocupado, con el objetivo de quedarse quieta e intentar, como decía ella, “convertirse en uno de los muebles”. Intentaba sentir lo que la rodeaba y pensar lo mínimo, hasta fundirse completamente con la habitación como uno más de su objetos. Un juego práctico, porque si entraba mamá y le preguntaba, Irma respondía que no estaba haciendo “nada”. Así no llamaba la atención. No le gustaba llamar la atención, ni en casa ni fuera, pero los niños del barrio abusaban a menudo de su valentía y le pedían hacer lo que ellos no se atrevían. Por esa razón fue la única que entró en la casa abandonada que había detrás de las vías del tren:
Martín y el Pelota rompieron la puerta una tarde y huyeron corriendo. Al día siguiente llamaron al resto de los niños para enseñarles la entrada forzada; pero la única que se atrevió a subir las escaleras fue Irma, un escalón detrás del otro, hacia las habitaciones de los fantasmas. Las exploró una a una y se encontró con un armario estantería en el que alguien había dejado cajas planas de madera, con una tapadera de cristal, dentro de las cuales habían clavado mariposas de diferentes tamaños.
Los niños golpeaban una tubería abajo, al ritmo de los latidos de su corazón. Irma quería estar con ellos, por la emoción del hallazgo y por el miedo que se acumulaba a sus espaldas. Corriendo, se resbaló por las escaleras y las bajó de bruces hasta que se encontró estirada sobre el vientre, con cristales rotos, mariposas secas y niños asustados ante ella. Más una sangrante herida en el labio. La herida que se convirtió en la pequeña cicatriz que añade una gota de misterio a las proporciones harmónicas de su cara.

Irma se inventaba una historia nueva para cada chico que le preguntaba sobre la cicatriz. Sólo hubo que nunca le preguntó y de él se enamoró. Un actor desconocido de teatro y cine que conoció en la época en la que trabajaba como relaciones públicas en el “rincón internacional”, un restaurante exclusivo al que se podía acceder únicamente en barco. Su personalidad hipnótica, unida a un cuerpo esbelto, siempre ha enamorado con facilidad y en el “rincón internacional” Irma se convertía cada noche en la reina de la fiesta, cuando después de cerrar los trabajadores se quedaban a celebrar la vida con el dueño y sus amigos.
Así conoció a Román. Los dos se quedaron hablando en una de las mesas hasta que se marcharon casi todos; él se despidió e Irma se quedó con la obsesión de volverle a ver.

Unas semanas más tarde la casualidad hizo que Irma lo viera entrando en una librería y en ese momento supo que nada los volvería a separar. Se dirigió a él y esa misma tarde se acostaron. Después Román la siguió ignorando. Ante la insistencia de Irma, se veían, pero él parecía hacerle un favor. Compartía con Irma sus aventuras con otras mujeres, hasta le hablaba de algún enamoramiento e Irma le apoyaba siempre, convencida que un día u otro el actor se daría cuenta de que la mujer de su vida no era otra más que ella.

Siguiéndolo a él, comenzó a rondar el mundo del cine. Primero acompañando a Román, después por su cuenta. Empezó ayudando en lo que podía para algunos rodajes y apareció al poco tiempo en su primera película, como invitada en una gala de honor. Después fue secuestrada por un atracador de bancos, bailarina en el coro de un musical o mujer que pide fuego al detective.
Por sus condiciones físicas, más de una vez le ofrecieron el papel de victima de asesinos psicópatas o sobrenaturales que la sorprendían antes de meterse en la cama en ropa interior o la perseguían entre ramas de árboles en las que se iban rasgando sus ropas. Nada serio, se lo pasaba bien mientras esperaba interesar a Román, que seguía pasando por su vida intermitentemente.

Rodando en el desierto una película fantástica de guerreros, con muchos extras con lanzas y cascos de plástico en forma de calaveras, el coche en el que volvían ella y dos miembros más del equipo volcó por la inoportuna visión de algún animal nocturno sobre la carretera, que bien pudo haber sido imaginación del intoxicado conductor.
Se encontró a sí misma dolorida, colgada del cinturón de seguridad, con la cabeza apuntando hacia la tierra. Sus compañeros de viaje mantenían un silencio mortal.
Se arrastró hacia un lado de la carretera y se sentó, rodeada por el desierto nocturno. Quieta, el armazón del coche mudo a su lado, la tierra se expandía 360 grados hacia el horizonte, cubierta por puntos de luz celestes que parpadeaban al ritmo que marcaban los grillos, como luciérnagas que la llamaban y le mostraban el camino hacia el espacio.
Cuando se despertó en el hospital se encontró junto a su cama a Raúl Moradas, el productor, enamorado de ella desde hacía tiempo según se decía.
De los meses siguientes al accidente Irma recuerda la paciencia de Raúl y su chalet. Los amaneceres vistos desde su piscina y las sesiones de meditación con una de sus amigas.
Cuando Irma abrazó a Raúl una tarde, inundada por una sensación infinita de agradecimiento, reconoció dentro de él un silencioso sufrimiento. No quiso abusar más de un amor que no podría corresponder y se fue del lugar inmediatamente. Pasó a vivir y a trabajar con una vieja amiga que llevaba un herbolario.

En los años que siguieron profundizó mucho en el estudio de la nutrición y se entregó a su afición por la danza en varias academias de la ciudad. Esta fue la época más tranquila de su vida, incluso aburrida. Se sentía sola y adoptó a un perro que encontró herido en la calle. Le gustaba pasear con él sobretodo por la tarde, porque a se hora escuchaba unas melodías bellísimas de trompeta que sonaban desde alguna ventana del barrio.
A raíz de un comentario a hizo sobre su perro, Irma conoció al vecino que la hacía soñar con su música y se convirtieron en pareja.

Desde su felicidad, se les ocurrió a los dos la idea de combinar la música y la danza para organizar talleres de lo que llamaron “danza liberación”, una combinación de espiritualidad y autoayuda a través de la danza, con la que se ganaron el sueldo hasta que llegó la época más traumática de la vida de Irma, hace siete años.
Su novio murió de un cáncer fulminante en el hígado, al mismo tiempo que el dueño del “rincón internacional” moría soltero y se acordaba precisamente de Irma en el momento de hacer el testamento. Confundida, rota emocionalmente y liberada de cualquier preocupación económica, Irma salió de viaje sin rumbo, del que recuerda hoy más el traqueteo rítmico del tren que no el paisaje.
Cuando emergió de sí misma por primera vez, estaba paseando e imaginando ángeles que la rodeaban. Los ángeles se dispersaron y la dejaron inmersa en la niebla espesa de un pueblo de la costa al que no sabía por qué razón había llegado. Se lo tomó como una señal y decidió mudarse al lugar. Compró un piso modesto en el pueblo y otro en la ciudad, con el alquiler del cual pensaba vivir.

En el pueblo, cada día le parecía un domingo de resaca. A veces paseaba, contemplaba el mar haciendo gárgaras entre rocas erosionadas y se quedaba muchas horas en casa sin hacer nada. Se fundía con el mobiliario, como cuando era niña, tardes enteras, hasta que un sobresaltó intenso la hizo reaccionar. Sentada en el sillón sin pensar, como otras muchas veces, se sintió de repente caer por un portal de humo hacia otra Irma. Como si su cuerpo se hubiera transformado en bruma y su alma se cayera por a él hacia dentro para despertarse de nuevo, pero diferente.
Se sintió llenándose de energía poco a poco y comenzó a expresar sus nuevas fuerzas saludando a sus vecinas e involucrándose más y más en su vida. Cuando le preguntaron, respondió por un capricho que se ganaba la vida haciendo de adivina. Así empezó a dar a gente de todo el pueblo consejos, explicados a partir del pozo que dejaba su café en la taza pero basados en la intuición y experiencia de Irma. Hoy en día conoce las intimidades secretas de cientos de sus vecinos y se ha convertido en una figura imprescindible de su nueva comunidad.

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